Llega
un señor a un hotel y: Quería una
habitación.
El
encargado: Sólo tengo una cama en un cuarto compartido, la
cual nadie quiere porque el otro huésped ronca muy fuerte.
El
señor: No hay problema, compartiré la habitación.
A
la mañana siguiente el encargado: ¿Durmió bien el
señor?
El
señor: Perfectamente. Muchas gracias.
El
encargado: ¿Y el señor de los ronquidos?
El
señor: Mire, apenas entré en la habitación, le di un
beso en la mejilla y una palmadita en la nalga. Se pasó toda la noche con los
ojos abiertos y con el culo pegado a la pared.
Moraleja: “No hay grandes problemas sino grandes
soluciones”
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