Un anciano, tomando un vaso de vino en el porche de su
casa al lado de su esposa, dice: Te quiero tanto que
no sé cómo podría haber vivido todos estos años sin ti.
Al oírlo, la esposa contesta: ¿Eres tú,
o es el vino el que habla?
El anciano responde: Soy yo y
estoy hablándole al vino.
El secreto de un largo matrimonio: ¡NO PREGUNTAR!
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