Un hombre y su siempre quejica mujer, fueron de vacaciones a Jerusalén. Mientras
disfrutaban de un paseo, la esposa falleció.
El de la funeraria le dice al dolido esposo: Tiene la posibilidad de mandarla de regreso a
España por 5.000 € o enterrarla aquí, en Tierra Santa por 150 €.
El hombre lo pensó y le dijo que la llevaría de vuelta a casa.
El de la funeraria pregunta entonces: ¿Por qué quiere
gastar 5.000 €, cuando sería maravilloso sepultarla aquí, en Tierra Santa, por
tan sólo 150?
El reciente viudo dijo: Hace muchos años, un hombre murió aquí, fue sepultado aquí y
tres días más tarde, resucitó de entre los muertos. Simplemente, no puedo arriesgarme.
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