Un abogado sale de la ciudad de cacería al campo y tiene
la suerte de abatir un pato con el primer tiro. La pena es que el pato cayo en un
sembradío al otro lado de la cerca.
Cuando trepaba a la cerca se le acerca un viejo granjero
en su tractor: ¿Qué está haciendo? Ésta es mi tierra.
Bueno, lo que pasa
es que cacé un pato y cayó en su tierra.
Lo siento, pero no
puede llevárselo.
Soy un gran
abogado. Le voy a meter en un pleito y voy a quedarme hasta con su tierra si no
me deja entrar a recoger mi pato.
Aquí en el campo
resolvemos las cosas de otra manera. Aplicamos la regla de las tres patadas.
¿Y cómo es la regla
de las tres patadas?
Yo le pateo tres
veces; Vd. me patea tres veces; yo lo vuelvo a patear, y así hasta que alguien
se dé por vencido.
El abogado viendo que el granjero era viejo y que él
estaba en forma, acepto: Está bien, empecemos.
El granjero se bajó del tractor y sin más, le dio una
tremenda patada en la rodilla al abogado; antes de que se doblara, le encajó
otra en sus partes y cuando el abogado se retorcía de dolor, le encajo un
soberano patadón en el culo.
Al cabo de 5 minutos, el abogado con mucho esfuerzo se
levantó y: Ahora me toca a mí.
No se moleste,
llévese su pato me doy por vencido.
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