Cuatro amigos iban todos los años de acampada.
Dos días antes de salir de nuevo, la esposa de Pepe se
opuso a dejarle ir este año.
Sus amigos se molestaron por la noticia, pero no
podían hacer nada.
El día que se fueron sin él, llegaron al campamento y
encontraron a Pepe con la tienda ya levantada, una buena cantidad de leña y la
cena casi lista.
Pero,
bueno, ¿cómo has convencido a tu mujer?
Pues,
anoche estaba sentado en el sillón, mi esposa se me acercó por la espalda, me
tapó los ojos y me dijo: ¿Quién soy? Retiré sus manos y vi que sólo llevaba un
picardías nuevecito, perfumado y transparente. Me llevó al dormitorio,
iluminado con velas y con pétalos de rosa por todas partes. En la cama, había
colocado esposas y cuerdas. Me dijo que la atara y esposara a la cama y así lo
hice. Cuando terminé de atarla, me dijo: ¡Ahora, haz lo que quieras! ¡Y aquí
estoy!
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