Diego entra en
un bar, se acerca a la barra y pide una cerveza.
Aquí tiene, señor. Es un céntimo.
¿Un céntimo? ¿Cuánto me cobraría entonces por un buen
chuletón y una botella de vino?
Veinte céntimos.
¡Veinte céntimos! Pero, ¿dónde está el dueño del bar?
En el piso de arriba, con mi mujer.
¿Y qué está haciendo arriba con su mujer?
Lo mismo que yo aquí abajo con su negocio.
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