Tomás era dueño
de una funeraria y aquella noche se quedó trabajando hasta muy tarde. Examinaba
el cuerpo de Tony, que pronto iba a ser incinerado, cuando descubrió algo
extraordinario: ¡Tony tenía el atributo masculino más grande que jamás había
visto!
Lo siento, Tony, - dijo - no puedo permitir que seas incinerado con esa impresionante
cosa. Tengo que salvarla para la posteridad.
A continuación,
la cercenó, la envolvió, la guardó en su maletín de mano y se la llevó a casa.
Voy a enseñarte algo realmente increíble, - le dijo a su mujer abriendo el maletín.
¡Dios mío! - exclamó ella al ver aquello - ¡Se murió Tony!
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