Juan se estaba
muriendo.
Su mujer estaba
sentada junto a la cama.
Juan levantó la
vista y dijo con voz muy débil: Cariño, tengo algo muy serio que confesarte.
No te preocupes, Juan.
Es que quiero morir en paz. Quiero que sepas que he tenido
relaciones carnales con tu madre, con tu hermana, con tu mejor amiga…
Lo sé, Juan, pero descansa cariño, y deja al veneno que haga
efecto.
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