Un joven obtuvo su permiso de conducir. Ese mismo día le
preguntó a su padre, que era rabino, si podía usar el coche de la familia.
El padre le llevó a su estudio y: Haré un trato contigo: trae aprobadas todas tus
asignaturas, estudia un poco el talmud, córtate el pelo y luego hablaremos del
coche.
Después de un mes, el muchacho regresó y de nuevo le
pidió a su padre que le dejara utilizar el coche.
De nuevo el padre le llevó a su estudio y: Hijo, estoy muy
contento contigo. Trajiste excelentes notas y cada día te observo mientras
estudias un rato el talmud, pero, ¿recuerdas la condición de cortarte el pelo?
¿Por qué no te lo has cortado aún?
Padre, he estado pensando en ello y sé que Sansón, Moisés,
Noé e incluso Jesús llevaban el cabello largo. ¿Por qué tendría yo que
cortármelo? ¿Acaso no va contra el mensaje divino?
Es cierto, pero te recuerdo que esos melenudos iban a todas
partes caminando...
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