Andrés, que siempre molestaba a su mujer, pasó un día
por la casa de unos amigos para que lo acompañaran al aeropuerto a dejar a su
esposa que iba a pasar 15 días en París. A la salida del control de pasaportes,
frente a todo el mundo, él le desea buen viaje y en tono burlón le grita: ¡Mi amor, no te olvides de traerme una hermosa francesita!
Ella bajó la cabeza y muy molesta embarcó hacia París.
El marido otra vez pidió a sus amigos que lo acompañasen al aeropuerto a recibirla. Al verla llegar, lo primero que le grita a toda voz es: Mi amor, ¿me trajiste mi francesita?
Hice todo lo posible. Ahora sólo tenemos que rezar para que nazca niña.
Ella bajó la cabeza y muy molesta embarcó hacia París.
El marido otra vez pidió a sus amigos que lo acompañasen al aeropuerto a recibirla. Al verla llegar, lo primero que le grita a toda voz es: Mi amor, ¿me trajiste mi francesita?
Hice todo lo posible. Ahora sólo tenemos que rezar para que nazca niña.
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