Juan y Raquel tenían
dos hijas guapísimas, pero estaban deseando tener un hijo varón. Así pues, se pusieron
manos a la obra con toda diligencia. Raquel quedó embarazada y dio a luz un
saludable varón.
Juan corrió
jubiloso a conocer a su nuevo hijo, pero se quedó horrorizado al encontrarse
con el niño más feo que había visto en toda su vida.
Desconfiado, le
dijo a su mujer: No es posible que yo sea el padre de esta criatura. Fíjate en
lo guapas que son nuestras hijas. ¿Me has estado engañando con otro?
Raquel sonrió
dulcemente y: No,
esta vez no.
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