Mariano sale de compras y regresa con un gallo joven
para las gallinas de su corral.
El gallo joven mira a su alrededor, camina hasta donde
está el gallo viejo y le dice: Bueno viejo, llegó
la hora de retirarte.
El gallo viejo: Vamos, no me digas
que tú vas a poder con todas estas gallinas. ¡Mírame a mí! ¡Cómo me han dejado!
¿Por qué no me dejas aunque sea, aquellas dos gallinas viejas que están en el
rincón?
¡Piérdete viejo! ¡Tú
ya estás acabado! Ahora soy yo quien está a cargo.
Hagamos una cosa,
jovencito. Vamos a echar una carrera alrededor de la finca. El que gane, se
queda con el control absoluto del gallinero.
El gallo joven se echa a reír: Vamos
viejo, tú sabes muy bien que vas a perder. Pero para no ser injusto, te voy a
dejar que salgas primero.
El gallo viejo comienza a correr. A los 15 segundos, el
gallo joven sale corriendo detrás de él. Dan una vuelta al portal de la casa, y
el gallo joven, lo sigue muy de cerca. Ya está a sólo un metro detrás del gallo
viejo, y cada vez se le acerca más.
Mientras tanto el granjero, sentado en su sitio de
costumbre en el portal, ve a los dos gallos corriendo. Agarra la escopeta y
-¡BOOM!- le dispara al gallo joven, y lo hace trizas.
Mariano tristemente sacude la cabeza y dice: ¡Pero qué suerte la mía! ¡El tercer gallo maricón que
compro este mes!
Moraleja. No
te metas con los viejos. La edad y la experiencia, siempre le ganan la partida
a la juventud. ¡Las canas se respetan!
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