El
problema de controlar y estimular el estudio de los hijos adolescentes es viejo
como la propia historia de la humanidad.
Vean si no
el caso de este padre cavernícola ocupado de controlar las notas de su hijo.
Una
estudiante entró en el despacho de su profesor. Observó que no había nadie en
el pasillo y cerró la puerta: Profesor, yo haría cualquier cosa por aprobar su asignatura,
usted sabe, ¿verdad?
El
profesor levantó la mirada desde su escritorio y quedó mirándola. Era muy guapa.
La
jovencita se le acercó seductora y repitió: Y cuando digo, que haría cualquier cosa, quiero decir,
cualquier cosa.
¿Cualquier, cualquier cosa?
Cualquier cosa, profesor.
El
profesor acercó su rostro al de ella, y le susurró muy suavemente en el oído: ¿Podrías
estudiar un poquito más?
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