miércoles, 20 de agosto de 2014

LA CORTADORA DE PEPINOS

Luis, que trabajaba desde joven en una fábrica de conservas, un día le confesó a su mujer que tenía un impulso incontrolable de meter su pene en la cortadora de pepinos y que pasara lo que tuviera que pasar.
Espantada, su esposa le sugirió consultar con un psicólogo, pues no era normal que quisiera meter su miembro en la cortadora de pepinos.
Luis prometió meditarlo, pero continuó repitiéndole a su esposa el mismo cuento, hasta que ella, aburrida, un día le dijo: Pues, mételo en la cortadora de pepinos y no me fastidies más. ¡Es tu problema!
Al día siguiente, Luis llegó a casa cabizbajo y profundamente abatido.
Su mujer, preparándose para lo peor: ¿Qué pasó?
¿Te acuerdas de mi compulsión de meter el pene a la cortadora de pepinos?
¡Oh, no! ¡Dime que no hiciste eso!
¡Sí, lo hice!
¿Oh Dios, y qué pasó?
¡Me han despedido!
Y la cortadora de pepinos, ¿qué te hizo? ¿Te lastimó?
No. A ella también la han despedido.


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