lunes, 21 de mayo de 2018

LA MONJA EN EL PUB

Una monja, con necesidad de usar un sanitario, entra en un pub.
El local es bullicioso, con música muy alta y conversaciones de los clientes. Sin embargo cuando los clientes vieron a la monja, el salón quedó en un silencio congelante.
La monja se dirige al cantinero y pregunta: ¿Podría utilizar su servicio higiénico?
El cantinero: Ok. Pero, deseo advertirle que allí hay una estatua de un hombre desnudo, cubierto sólo con una hoja de parra, cuyo miembro viril parece muy real.
Bueno, en ese caso miraré para otro lado.
Dicho eso, el cantinero le indica donde se encuentra el baño.
Después de algunos minutos, regresa la monja y recibe un muy caluroso aplauso. Dirigiéndose al cantinero: No entiendo, ¿por qué me aplauden si sólo fui al servicio?
Bueno, bueno, ellos saben que ahora usted es una de los nuestros. ¿Le ofrezco un trago?
No, gracias. Pero, aún no logro comprender.
Riéndose, el cantinero: Hermana, cada vez que alguien levanta la hoja de parra, se apagan todas las luces. Vamos, tómese el trago.

lunes, 14 de mayo de 2018

LA FIESTA DE LOS COCODRILOS

Un millonario organiza una de sus habituales y locas fiestas en una de sus lujosas mansiones. En determinado momento pide silencio, detiene la música, y dice, mirando hacia la piscina donde criaba cocodrilos australianos: El que logre cruzar la piscina y llegue vivo al otro lado, ganará todos mis coches. ¿Alguien se atreve?
Espantados, los invitados permanecen en silencio y el millonario insiste: Vamos amigos, a divertirnos un rato. El que se lance a la piscina y logre cruzarla y salir vivo al otro lado, ganará todos mis coches y mis aviones. ¿Nadie se va a animar?
Silencio sepulcral. Todos se miran. Una vez más el millonario dice: No sean cobardes, el que se tire a la piscina y llegue vivo del otro lado se llevará todos mis coches, mis aviones y mis mansiones.
En ese momento se escucha un fuerte ¡Splasshhhh! y alguien se lanza a la piscina.
La escena es impresionante, una lucha intensa, el hombre se defiende como puede, agarra la boca de los cocodrilos con pies y manos, tuerce la cola de los reptiles, mucha violencia y emoción. Al igual que una película.
Después de algunos minutos de terror y pánico y entre los gritos y aplausos de la multitud, el valiente hombre, lleno de arañazos, hematomas y casi muerto sale por el otro extremo de la piscina. El millonario se aproxima, lo abraza y le pregunta: ¿Dónde quiere que le entregue los coches?
Gracias, pero no quiero tus coches.
Sorprendido, el millonario: Y los aviones, ¿dónde quieres que te los entregue?
Gracias, pero no quiero tus aviones.
Extrañado, el millonario: Las mansiones, entonces, ¿las escrituro a tu nombre?
No, tampoco quiero tus mansiones.
Sin entender nada, el millonario: Pero, qué raro, no quieres nada de lo que ofrecí. ¿Qué es lo quieres entonces?
El hombre, con voz helada y salvaje respondió: Quiero saber el nombre del hijo de su buena madre que me empujó a la piscina.
MORALEJA: Somos capaces de realizar muchas cosas, algunas son heroicas y parecen más allá de nuestras posibilidades, pero rara vez las hacemos si no nos empujan a ello. En ciertos casos, hasta un mal nacido que nos empuja, nos puede estar haciendo un favor inesperado.

lunes, 7 de mayo de 2018

EL VALOR DE UN MARIDO

(Nadie sabe el valor de lo que tiene, hasta que lo pierde)
Tres operarios limpian las ventanas en lo alto de un rascacielos.
Uno de ellos tiene necesidad de ir urgentemente al baño y decide bajar de su andamio.
Mientras está en el baño, un viento fortísimo azota el edificio y hace precipitar al vacío a sus dos compañeros, quienes se estrellan contra el pavimento y mueren en el acto.
Esa misma noche, nuestro amigo, que no tiene consuelo por lo ocurrido, acude con su esposa al velatorio de sus compañeros y trata de dar ánimo a las viudas, pero no encuentra suficientes palabras de aliento.
De pronto irrumpen en la sala dos señores muy circunspectos, que preguntan por las viudas y se dirigen a ellas: Señoras, somos del seguro previsto por la empresa para los siniestros. Venimos a entregarles un cheque de un millón de euros para cada una de ustedes. Tengan los cheques y reciban nuestras más profundas condolencias.
La esposa de nuestro amigo mira anonadada la escena y dirigiéndose a su marido: ¡Claro, y el señoritoooooo... cagandooooo!