domingo, 15 de marzo de 2015

LA CORTADORA DE CÉSPED

Nuestra cortadora de césped (eléctrica) se había estropeado.
Mi mujer me agobiaba diciéndome que debería arreglarla. Yo siempre acababa teniendo otras cosas para mí más importantes que hacer.
Cierto día ideó un modo de convencerme, muy sutil: Cuando llegué a casa, la encontré agachada en el alto césped, recortándolo con su tijera de coser.
Eso me llegó al alma, me emocioné, entré en casa, cogí su cepillo de dientes, se lo entregué, y se me ocurrió decirle: "Cuando termines con el césped, podrías también barrer el patio". 
Después de aquello, no me acuerdo de nada. Estoy en blanco. Los médicos dicen que volveré a andar, pero que cojearé el resto de mi vida.


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