miércoles, 15 de julio de 2015

EL ESPÍA

Llega al aeropuerto de Moscú un espía huyendo del Servicio Secreto Ruso (KGB).
Sintiéndose acorralado y próximo a ser atrapado, ve a una monja que estaba parada en el medio del salón y desesperado: Hermanita, ¿me permite que me esconda bajo sus hábitos, ya que soy espía y están a punto de atraparme los de la KGB?
La monja accede y 30 minutos más tarde, cuando hubo pasado el peligro, el espía sale de debajo de los hábitos y: Muchas gracias, hermana. ¡Me ha salvado la vida! Además de agradecerle, tengo que pedirle disculpas, porque no pude resistir la tentación y en un momento le besé la pantorrilla. ¿Lo notó usted?
Sí, hijo, lo noté.
Y además, hermana, tampoco pude resistir la tentación y le besé sus muslos. ¿Se dio cuenta?
Sí, hijo, me di cuenta.
Una pregunta, hermanita, ¿qué hubiera sucedido si la beso más arriba?
La monja: Me hubieras besado un huevo, porque yo también soy un espía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario