jueves, 10 de marzo de 2016

UNA MISA PARA EL PERRO

Un pastor vivía en el campo sólo con su perro. Un buen día, se le muere el perro y muy apenado baja al pueblo y se dirige a la Iglesia: Padre, disculpe, se me ha muerto el perro y yo quería decir una misa por la pobre criatura que era mi mejor amigo.
No, lo siento mucho, pero no celebramos servicios por animales, pero vete al pueblo de al lado que hay un cura hereje de una de esas extrañas convicciones y seguro que él está de acuerdo en darte el servicio.
Pues, muchísimas gracias, Padre. Por cierto, ¿Vd. tiene idea de cuánto podría darle de propina al cura del pueblo de al lado? Yo había pensado en 1.500 €.
Hijo, bueno, bueno, ¿por qué no empezaste diciendo que el perro era católico?

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