Un jefe de la mafia descubrió
que su contable había desviado 10 millones de dólares de la caja. El contable
era sordomudo y por eso había sido admitido en el trabajo, pues como no podía
oír nada, en caso de una eventual detención o un proceso no podría actuar como
testigo.
Cuando el jefe fue a preguntarle
por los 10 millones llevó consigo a su abogado, que conocía el lenguaje de señas
de los sordomudos.
El jefe preguntó al contable: ¿Dónde están los 10 millones que te llevaste?
El abogado, usando el lenguaje
de las señas, le hizo llegar la pregunta al contable, quien a su vez respondió
con señas: No sé de qué me están hablando.
El abogado lo tradujo al jefe: Dice que no sabe de qué le hablamos.
El mafioso sacó una pistola
calibre 45 y apuntó a la cabeza del contable, gritando: ¡Pregúntale
de nuevo!
El abogado, por señas, le dijo: Te va a matar si no le dices dónde está el dinero.
El contable respondió por señas:
Ustedes ganan, el dinero está en una valija marrón de cuero,
enterrada en el jardín de la casa de mi primo Enzo, en el número 400 de la
calle 26, bloque 6 del barrio de Santa Marta.
El mafioso preguntó al abogado: ¿Qué dice?
El abogado respondió: Dice que no tiene miedo de morir y que a usted le faltan
redaños para apretar el gatillo.
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