Después de 25 años de casados, una pareja por la noche estaba acostada
en la cama.
De pronto la esposa sintió a su marido acariciarle de una manera que
no lo había hecho desde hacía bastante tiempo.
Sus caricias eran muy sensuales, empezando por la nuca hasta llegar a
su espalda. Después acarició sus hombros bajando lentamente hacia sus senos y
parando justo después de su ombligo.
A continuación, puso su mano en el interior de su brazo izquierdo,
acariciando el lado de su seno, bajando por su costado sobre la nalga hasta
llegar a la pantorrilla. Siguió hacia arriba por el interior de su pierna
parándose en la ingle.
Repitió las mismas caricias en el lado derecho y de repente se paró,
se dio la vuelta y se puso a ver la televisión. La esposa, que estaba ya muy
excitada, le preguntó con una voz muy dulce: Lo que estabas haciendo era maravilloso. ¿Por
qué has parado?
Y él respondió: Porque ya encontré el mando a distancia.
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