martes, 10 de enero de 2017

EL RESCATE

Un empresario vuelve de su oficina por la tarde y, en medio de un gran aguacero, ve a una bella mujer en la parada del autobús, detiene su automóvil y: Señorita, llueve a cántaros, ¿la llevo?
Ah, bueno, gracias. Y entra en el coche.
Llegan a casa de ella y ésta lo invita a entrar: Con éste frío, ¿no quiere Vd. que le invite a tomar un cafetito, un whisky o alguna otra cosa?
No, gracias, debo llegar pronto a casa.
Pero, ha sido usted muy gentil, suba siquiera un ratito.
Él sube ante la insistente petición de ella. Cuando entran, ella le sirve un buen coñac y luego va a su dormitorio, del que retorna arreglada y perfumada, dejando entrever un cuerpo bellísimo bajo una sugestiva bata. Beben algunos tragos, oyen música, charlan, ríen, toman confianza y, como debía ocurrir, se van a la cama, hacen sexo con especial entrega, y luego dormitan.
A las 6 de la mañana siguiente, él se despierta preocupadísimo: ¡Qué bruto! ¡Me quedé dormido! ¿Y ahora qué hago?
Medita, toma el teléfono, marca el número de su casa y tan pronto le responde su mujer, grita: ¡Mariana, no pagues el rescate! ¡Me acabo de escapar!

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