(Nadie sabe el
valor de lo que tiene, hasta que lo pierde)
Tres operarios limpian las
ventanas en lo alto de un rascacielos.
Uno de ellos tiene necesidad de
ir urgentemente al baño y decide bajar de su andamio.
Mientras está en el baño, un
viento fortísimo azota el edificio y hace precipitar al vacío a sus dos
compañeros, quienes se estrellan contra el pavimento y mueren en el acto.
Esa misma noche, nuestro amigo,
que no tiene consuelo por lo ocurrido, acude con su esposa al velatorio de sus
compañeros y trata de dar ánimo a las viudas, pero no encuentra suficientes palabras
de aliento.
De pronto irrumpen en la sala
dos señores muy circunspectos, que preguntan por las viudas y se dirigen a
ellas: Señoras, somos del seguro previsto por la
empresa para los siniestros. Venimos a entregarles un cheque de un millón de
euros para cada una de ustedes. Tengan los cheques y reciban nuestras más
profundas condolencias.
La esposa de nuestro amigo mira
anonadada la escena y dirigiéndose a su marido: ¡Claro, y el señoritoooooo... cagandooooo!
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